El que poco ama
Lucas 7:36-50.
En este capitulo tenemos grandes muestras de fe, primero el centurión romano, después la resurrección de un jovencito muerto (la fe de Jesús), la fe de los que reciben la palabra y el bautismo y por ultimo la fe de la mujer pecadora. Esta representa a todos aquellos que venimos al Señor no porque sintamos que somos buenos, que hemos sido religiosos, que piensan que han hecho bien en su vida, sino todo lo contrario; alguien que sabe que no merece ni siquiera tocar los pies del maestro, mucho menos verlo a los ojos o invitarlo a comer y platicar de tu a tu.
La mujer trajo su ofrenda, de mucho valor, y su arrepentimiento no la dejaba ni siquiera levantar su vista, pero no cesaba de besar los pies del Señor y de lavarle sus pies.
He oído en ocasiones a pastores predicar que uno no debe sentirse como un gusano que esa no es una actitud de alguien que ha sido perdonado. Si es cierto, pero muchos usan esa frase para ocultar otras cosa.
Lo que si, es que al venir a Cristo si en realidad nos conocemos, si somos honestos, y reconocemos TODOS nuestros pecados, deberíamos comprender que al igual que la mujer somos TODOS muy pecadores, no hay excepción y quizás la hipocresía es aun peor pecado delante de Dios.
Que bueno que nos conozcamos, que reconozcamos la clase de pecados que hemos cometido, que sepamos que venimos sucios y que NADIE merece estar delante de El, sin embargo; nos acercamos, traemos una ofrenda y también ofrecemos nuestro corazón, eso es reconocer su misericordia, pedir clemencia y reconocer su Santidad y Pureza.
Dios desea que nos acerquemos confiadamente para pedir perdón, el no está esperando para avergonzarnos, para tirarnos en la cara que somos sucios y despreciarnos, sino por el contrario; TODO lo despreciado El lo recibe y lo transforma.
De allí en adelante, nuestra actitud no es la de un gusano, pero tampoco debe ser la de un fariseo; aún cuando por su Gracia hemos recibido las promesas. Pero no debemos caer en el error fariseo de pensar que ahora merecemos algo, es siempre por su gracia; y la palabra dice que el que este de pie, mire que no caiga.
Entre mas culpable una persona se siente delante de Dios, mayor agradecimiento tendrá en su corazón, y mayor sacrificio será capaz de hacer por su Señor.
«Amado Señor y Dios mío, yo se que no soy digno de Ti, eres Tu quién me rescató y me vistió con ropas nuevas, cuando yo vestía harapos viejos y rotos, quien me lavo cuando yo sucio estaba, Te agradeceré toda mi vida y eternamente, pues nunca podré pagar Tu gran misericordia por mi.
Permíteme servirte y darte mi vida cada día, para que Tu puedas vivir a través de mi. Cuando el orgullo se quiera levantar por alguna razón mundana, que pueda acordarme siempre que sigo siendo un pecador igual que los demás, lo único es que Tu me llamaste y respondí.
Te amo hoy y siempre, mi Señor y no me canso de darte gracias todos los días de mi vida por Tu gran amor por mi.
Amén»
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