Para que soy bueno, Señor
Lucas 14:25-35
La palabra de Jesús es bien directa y confrontante; esta vez ¿que se necesita para ser discípulo de Jesús? Bueno nada mas que no poner a nadie por encima de El, es necesario que todo aquel que lo llama Señor cargue su cruz y venga en pos de El.
Esto es algo que hay que calcular primero, el Señor explica que así como un hombre que a lo loco se pone a edificar una torre o un rey que a lo loco se va a la guerra, ambos sin calcular si pueden terminar lo que comienzan, saldrán avergonzados, esto es porque habrá alguien que les haga burla, que se ria de ellos y que los haga sentirse ridículos.
Así para poder ser discípulo de Jesús los padres no deben ser la excusa o impedimento para un hijo de seguir a Jesús, el cónyuge no puede ser una excusa ni un impedimento, los hijos no pueden ser la excusa tampoco, ni deben impedirnos seguirle y servirle, sus familiares y amigos mucho menos, la pena, la vergüenza, la critica, ni ninguna cosa que ellos quieran traer, ni siquiera el peligro de perder nuestra vida, puede ser un impedimento o una excusa para negarlo y seguirle.
Esa actitud, es considerada por Jesús como el verdadero sabor del creyente, esa característica lo vuelve la sal de este mundo, si no tenemos ese amor por Cristo no servimos para salar nuestra sociedad.
Aquí esta el maestro esta vez hablando seriamente a todo el que desea escuchar de verdad. La pregunta que sale de esta lectura es: ¿amas a Jesús sobre todas las personas y cosas materiales, y aun mas que tu vida?
Si podemos contestar que si, pudieran darse dos casos:
Primero – que somos buenos cristianos y que Dios puede usarnos para alcanzar a todo el mundo, que realmente somos los que estamos deteniendo la maldad y la degeneración de nuestra sociedad, que no tenemos miedo de decir la verdad, de llamar pecado a las practicas del mundo.
Segundo – que somos hipócritas y decimos amar a Jesús pero solo es de apariencias y cuando se trata de cargar nuestra cruz, la dejamos botada, porque mucho pesa, en este caso no servimos, pues la sociedad nos absorbe, nos gustan las cosas del mundo mas que servir a Jesús, estamos envueltos en los negocios del mundo y ya no condenamos al mundo por sus pecados, ya no salamos nada, perdimos el sabor a Cristianos.
Dios nos guarde de caer en la tentación del diablo, la mención que hace el Señor de calcular lo que cuesta no es para que no tomemos la decisión de seguirlo sin pensar bien lo que estamos haciendo, sino para que cada día, calculemos si estamos haciendo suficiente tesoro en el cielo, para poder construir y ganar batallas aquí en la tierra. El diablo quiere que seamos avergonzados y esa vergüenza la pasaremos en el cielo al momento del juicio sino respondemos al llamado de ser la sal de la tierra.
Oración:
«Señor en este día he aprendido que debo meditar siempre en el papel que juego en este mundo, permíteme tener un gran sabor, a ser un elemento para preservar nuestra humanidad de desbocarse en el pecado, me trajiste a esta nación para advertirles, para bendecirles, úngeme con tu presencia cada día Señor, te necesito para poder ser lo que tu quieres que yo sea para tu honra y gloria.
Amén»
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